Sigue mi voz: Un Viaje por la Lucha y la Esperanza
Desde que descubrí a Ariana Godoy, me he encontrado atrapada en su habilidad para abordar las complejidades de la salud mental en sus novelas. Me acuerda de mis primeras lecturas y, aunque juré no volver a adentrarme en sus historias tras "A través de mi ventana", aquí estoy, con "Sigue mi voz" en la mano. Esta obra no solo me cautivó, sino que me llevó a una reflexión profunda sobre las expectativas que tenemos de los demás y de nosotros mismos.
La historia sigue a Klara, una joven atrapada en un ciclo de depresión y ansiedad tras la muerte de su madre. Su única conexión con el mundo exterior es un programa de radio llamado "Sigue mi voz", donde se convierte en oyente frecuente de Kang, un chico que no conoce, pero cuya voz le proporciona un respiro de su dolor. Este punto de partida, lleno de melancolía y anhelo, resonó en mi propio camino y me hizo sentir la lucha interna de Klara de manera palpable.
Godoy, con su estilo característico, pinta una imagen vívida de la soledad y la desesperanza. Su frase "Las personas solo pueden apreciarte con la capacidad en la que se aparecían a sí mismas" es un recordatorio poderoso de cómo a menudo evaluamos nuestro valor a través de los ojos de los demás. Klara es un personaje complejo, y sus luchas iniciales fueron muy bien abordadas, lo que me hizo sentir que finalmente estaba viendo un desarrollo real, algo que había echado de menos en trabajos anteriores de la autora.
Sin embargo, mi entusiasmo se enfrió un poco en la segunda mitad del libro. La transición de Klara al instituto se sintió abrupta y, como mencioné anteriormente, el ritmo cambió drásticamente. De repente, surge una trama que parece más una montaña rusa de clichés, donde todos desean ser sus amigos y su vida se transforma en un mar de interacciones superficiales. Fue aquí que Klara, que al principio parecía tan real y profunda, se perdió en un mar de estereotipos adolescentes. Me encontraba deseando más profundidad, más matices en sus relaciones, más tiempo para explorar su crecimiento real.
Los personajes secundarios, aunque con potencial, poco aportaron a la narrativa; especialmente el interés romántico de Klara, Kang. Sus interacciones parecían sacadas de una película de Hollywood, y aunque el paralelismo con los dramas coreanos en los que ella se sumerge es un guiño encantador, no logré sentir una conexión genuina entre ellos. El único que realmente resonó conmigo fue Diego, quien compartió similitudes con Klara y mostró una complejidad emocional que me parecía necesaria.
A pesar de mis reservas sobre la estructura final del libro, debo decir que "Sigue mi voz" es sin duda una de las obras más trabajadas de Godoy. El mensaje sobre la salud mental es valioso y relevante para la juventud de hoy, y aunque mis expectativas cambiaron a medida que avanzaba, el viaje en sí valió la pena.
Recomiendo esta lectura a aquellos que busquen una historia de autodescubrimiento, pero también a los que estén dispuestos a explorar una narrativa que toca temas críticos con lenguaje sencillo. Es fácil perderse en sus páginas y, aunque no es perfecto, se siente como un paso en la dirección correcta en la carrera de Godoy. Librarse de las expectativas y disfrutar de la historia en su esencia fue, al final, lo que hizo que mi experiencia de lectura fuera especial.